Steffanie Strathdee, de la
Universidad de California, Chris Beyrer, de la Escuela Bloomberg de Salud
Pública de la Universidad Johns Hopkins, y otros desmontan en la edición
digital de la prestigiosa revista médica The Lancet doce
mitos asociados al VIH/sida y los toxicómanos. Las falsas ideas son:
1. Los consumidores de drogas no son disciplinados.
2. Los consumidores de drogas no responden tan bien a los
antirretrovirales como los no toxicómanos.
3. Los consumidores de drogas son difíciles de estudiar y tienen
bajas tasas de permanencia en los proyectos de investigación. La realización de
estudios prospectivos con ellos es difícil o imposible.
4. Los consumidores de drogas están más preocupados por colocarse
que por la seguridad a la hora de inyectarse.
5. Los consumidores de drogas no practican mucho el sexo; su
riesgo de contraer el VIH se debe casi siempre o siempre al uso compartido de
agujas.
6. Si los usuarios de drogas siguen siéndolo, es casi inevitable
que se infecten por el VIH.
7. A diferencia de homosexuales y los trabajadores sexuales, los
usuarios de drogas no tienen comunidades fuertes, por lo que las intervenciones
de la comunidad es poco probable que el trabajo.
8. Las tasas de consumo de drogas son, en Estados Unidos y otros
países industrializados, más altas entre las minorías.
9. Los programas de intercambio de jeringuillas fomentan el uso
de drogas.
10. El tratamiento con metadona sólo supone cambiar una droga
por otra.
11. Las personas que usan estimulantes son todos usuarios fuera
de control que no van a cambiar sus conductas de riesgo.
12. El miedo es un medio eficaz de disuasión frente al consumo
de drogas.
Los
autores quieren poner su granito de arena para acabar con la discriminación que
sufre este colectivo en la lucha contra el sida, que lleva a algunas sociedades
a considerar a los toxicómanos menos dignos de compasión que otros
seropositivos que no consumen drogas. Para ello, en el artículo contraponen a cada falsa idea las
pruebas científicas que la echan por tierra. Así, contra el mito de la falta de
disciplina (1), recuerdan que un metaanálisis de 38 estudios sobre continuidad
en el tratamiento con antirretrovirales en los que participaron 15.000
pacientes -el 76% de ellos, toxicómanos- demostró que los consumidores de
drogas siguen la terapia en la misma medida que otros seropositivos. Contra la
idea de que no responden bien a los antirretrovirales (2), presentan un estudio
sobre 3.116 pacientes -915 toxicómanos- que siguieron esos tratamientos en los
que las causas de la muerte fueron las mismas entre adictos a las drogas y el
resto. Contra la creencia de que es prácticamente inevitable que un toxicómano
acabe infectado por el VIH (6), indican que un reciente informe del Centro para el Control de
Enfermedades (CDC) de
EE UU demuestra el descenso de nuevos casos en ese colectivo a pesar de que el
uso de drogas inyectables no ha bajado. Y así sucesivamente.
“Los mitos sobre el contagio del VIH y los usuarios de drogas
chocan contra la evidencia científica; pero, al igual que otros prejuicios,
persisten a pesar de las pruebas. Es hora de que esto cambie. Quienes toman las
decisiones y todos los que intervienen en la lucha global contra la infección
por el VIH tienen la obligación de examinar los prejuicios contra las personas
que consumen drogas, conocer los hechos más allá de los mitos y hacer que las
medidas que se tomen se basen en las pruebas científicas”, concluyen Strathdee,
Beyrer y sus colaboradores.
Si ustedes
tienen unos años, se acordarán de cuando el sida se consideraba una especie de peste gay, y los fanáticos religiosos de turno lo
presentaban como el castigo divino que se merecían los homosexuales. Lo que
ahora pretenden los autores del comentario de The Lancet es acabar con las mentiras que todavía
afectan al tratamiento y las políticas de prevención del sida dirigidas a los
consumidores de drogas, sobre todo, por vía parenteral.